ALBERTINA CARRI

Albertina Carri es una artista, activista, productora, guionista y directora argentina, en continua exploración de lenguajes propios y formas de mostrar todo aquello que las miradas dominantes pretenden dejar fuera de campo.

Una mujer libre que ha trabajado incansablemente para lograr llegar a serlo y que necesita desmontar todas las herramientas, todas las visiones y todas las estructuras mediante las que nos organizamos política, social e individualmente para analizarlas y reconstruirlas con base en todo aquello que nunca ha estado en el centro de las narraciones. Y al igual que lo hace en el cine, lo hace en su vida. En el caso de Carri, ambos espacios, cine y realidad, se enlazan, se funden y se complementan de manera orgánica para convertirse en un ungüento sanador sobre el que afrontar la herida del vacío, la ausencia y la disconformidad.

Formada como guionista en la Fundación Universidad del Cine de Buenos Aires (FUC), ha realizado más de media docena de cortometrajes, como Excursiones, Aurora, Historias de Argentina en vivo (todos en 2001) y Barbie también puede estar triste (2002), Fama (2003), De vuelta (2004) o Restos (2010), entre muchos otros. En ellos, además de exponer y profundizar en los temas que le interesan, explora herramientas que después desarrollará más ampliamente en sus largometrajes, como la animación o la recuperación de archivos fílmicos descartados.

Tras su primer largometraje, No quiero volver a casa (2000), seleccionado en los festivales de Róterdam, Londres o Viena, Carri comienza un viaje en busca de aquello que nunca estuvo: su padre y su madre, Roberto y Ana María, intelectuales y militantes revolucionarios, secuestrados por la dictadura militar de 1977 y desaparecidos cuando ella apenas tenía cuatro años. Su segundo largometraje, Los rubios (2003), propone una nueva manera de relatar y representar a las víctimas del terrorismo de Estado apelando a los recuerdos, a través de múltiples fragmentos, relatos, imágenes o incluso muñecos, con los que reflexiona sobre la memoria y su naturaleza cambiante y poliédrica, y donde más allá de lograr una respuesta que ayude a reconstruir la historia, su verdadero objetivo es interpelar al pasado para construir su presente y otro futuro posible. Este viaje tiene su revisión en el año 2016 con la fascinante Cuatreros. Hipnótica e intensa película que supone un acercamiento adulto a la misma búsqueda y a la misma época, pero a través de otras historias y protagonistas, y llegando a las mismas conclusiones, pero con una mirada aún más conciliadora con la propia figura de su padre y su madre, y sobre todo, con ella misma.

 Junto a este viaje para comprender sus ausencias convive una fuerte presencia de la sexualidad como espacio de libertad y autonomía frente a las normas, patrones y conductas normativas. Tanto en Géminis (2005) como en La rabia (2008), la carga sexual en las tramas es troncal para el desarrollo de la narración y para la definición de los personajes, cuya relación con una sociedad aparentemente perfecta estalla al entrar en contacto con ella. Pero es en Las hijas del fuego (2018) donde llega a la máxima conexión entre sexualidad, cine, libertad, política y feminismo. Tal como ella misma describe e insiste, se trata de pornografía lesbofeminista que persigue la reconfiguración del género (en multitud de acepciones posibles) y, sobre todo, la posibilidad de reconstruir el modo de mostrar el goce femenino alejado de la mirada masculina que solo ansía su erotización. Una experiencia que trasciende lo fílmico para convertirse en una vivencia compartida con las protagonistas, quienes participan en la propia toma de decisiones de la película y en cómo mostrar lo no mostrado hasta ahora.

Además del cine, también ha creado, junto a Marta Dillon, varios programas para televisión: La bella tarea, serie documental con distintos puntos de vista acerca del embarazo y parto de las mujeres; Visibles, formato documental sobre la realidad LGTBI+ argentina; o la ficción 23 pares. También ha sido fundadora del Festival Internacional de Cine LGTBIQ, Asterisco.

Su manera de entender y crear cine, tan ligada a cómo ella comprende y enfrenta la vida, nos brinda una clara conclusión: la absoluta creencia de Carri en que lo personal es político y lo íntimo es social, algo que se reafirmó cuando logró que su hijo fuera la primera persona en Argentina a la que se le reconociera oficialmente la triple filiación.

Albertina Carri se expone y transforma esa búsqueda íntima y personal en un discurso que va mucho más allá de lo individual, ofreciendo nuevas perspectivas desde las que observar la realidad, interpelarla y reconstruirla. Su mirada inquieta, curiosa, reflexiva y tenaz la ha llevado a crear un universo formal y visual sorprendente e identificable que la convierte, fuera de toda duda, en una de las voces más influyentes de toda una nueva generación de creadoras latinoamericanas.

PROYECCIONES ESPECIALES

RETROSPECTIVA

BARBIE TAMBIÉN PUEDE ESTAR TRISTE

GÉMINIS

LA RABIA

CUATREROS

LAS HIJAS DEL FUEGO